1 feb 2008

Baba II (parte)

Las vacaciones blogeriles se extenderán más allá de las vacaciones efectivas, que terminaron hace unos 20 días, más o menos.
Me encuentro sumergida en: final de obra de mi casa nueva –con lo que ello implica-, próxima mudanza, ausencia de Ale por estar en el viejo continente por laburo, visita y estancia en mi casa por 5 días de mi madre y de Baba y enfermedad jodida de mi padre que vive a 1200 km de Buenos Aires.
Si logro sobrevivir a estos avatares estaré de regreso al ruedo blogueril en algún tiempo, no se de cuanto será. Mientras tanto les dejo algo que había escrito sobre Baba hace algún tiempo y no lo había publicado. Además la política en este verano esta sin novedades, de trascendencia, en el frente.
Aquí va la historia sucinta de mi abuela en forma de homenaje para ella.


BABA II (parte)

Elza nació en la ciudad de Tuzla -ex Reino de Yugoslavia, ex Croacia, ex Yugoslavia, actual Republica de Bosnia- Herzegovina- en 1924, lo que se dice una autentica balcánica. Se autodefine croata en contraposición a los serbios. De hecho ya no dice que es yugoeslava, directamente dice: “soy croata” para no tener que escuchar de parte de su interlocutor ocasional “ah…. es serbia”, porque ahí se pudre todo, será cualquier cosa,- la guerra de los Balcanes y su consecuente división política confunde a cualquiera, es cierto, - pero no la confundan a ELLA con una Serbia. Y para más definición y reafirmación de su croatismo es católica.

Los serbios mataron a su primer marido, mi abuelo, y la persiguieron a ella y, según su versión, son los artífices del quilombete que comenzó con la segunda guerra mundial y terminó, o casi, con la ex yugoeslavia partida en 6 repúblicas independientes.

Elza tuvo cuatro hijos, uno de ellos es mi madre, también oriunda de Tuzla pero criada en Austria.

Muerto mi abuelo, Zvonimir; mi abuela Elza junto con mi madre huyen de Tuzla.

Llegan a Austria y dado que estamos hablando de una mujer con una beba en medio de una guerra había que procurarse de otro gentil caballero – marido, novio o compañero- porque sino no se sobrevivía. Elza se procura de Henrik, un Austriaco, pero de apellido Polaco, padre de su segundo hijo.

Mi abuela me contaba una anécdota, que años después apareció en letras de molde en el libro La Lista de Shindler. Resulta que huyendo de los nazis se trasladan dentro de Austria de pueblo en pueblo. Henrik la ponía a mi abuela dentro de una bolsa de arpillera grande y la colgaba de unos ganchos puestos en el techo del tren a los efectos de colgar las bolsas con los que se iban muriendo en el trayecto. De esta forma camuflaba a mi abuela de “muerta” y así evitaba la violación, la deportación o el campo de concentración. Elza zafó, pero no Henrik. “Lo encontré con 32 kilos y 5 dientes menos”, cuenta Elza el día que lo esperó a la salida del campo de concentración.

Así que Elza, Henrik, Victoria y Henrik II se vienen para Sudamérica. Era el único destino posible para indocumentados.

Llegan a Chile, Victoria –mi madre- tiene 8 años y habla alemán. Mi abuela habla yugoeslavo, polaco y alemán, Henrik lo mismo. Sobreviven en Chile un tiempo pero deciden buscar mejor fortuna en el país vecino, así que cruzan, un poco a pie y otro poco en tren, la cordillera – casi como San Martín que la cruzó a caballo-.

Llegan a lo que es el destino final de su peregrinaje, Neuquén.

Cuenta mi madre que cuando mi abuela se bajo del tren en la localidad de Zapala -Neuquén- lloró tres días seguidos y les puedo asegurar que si hoy cualquiera de nosotros llega a Zapala llora desconsoladamente la misma cantidad de tiempo. Hoy Zapala es el páramo, no me quiero imaginar 50 años atrás.

Una vez agotadas las lágrimas se corrieron hasta la capital de la provincia, la diferencia no era mucha, pero por lo menos era la “capital” y allí nace mi tía Edith (Editha)

Por cuestiones del idioma mi madre ya cursaba por tercera vez primer grado, mi abuela limpiaba casas ajenas y Henrik recolectaba fruta, así sobrevivieron unos años, hasta que a Henrik lo atropelló un camión en la ruta cuando iba en su bicicleta.

Si nada de lo acontecido había derrumbado a mi abuela, esto tampoco. Al poco tiempo conoce a Yaya, el abuelo que yo conocí. Polaco el hombre, bueno, trabajador, honesto hasta la pobreza y chapista. Levantan cabeza, nace mi cuarto tío de parte materna, Robi.

Mi abuela ahora “cose para afuera”, hablando el idioma todo es más fácil, saber el largo de la pollera, si la sisa va ceñida o no, etc…

Los varones trabajan el en taller de Yaya y mi madre es vendedora de “La New London”, en nombre suena tan pomposo como Harrods, pero era una típica tienda de pueblo con aspiraciones a otra cosa.

Cada tanto la tragedia sorprende a Elza y a la familia, pero son cosas que aún no he podido digerir y menos escribir, así que los dejare, no maliciosamente, con algunos detalles por conocer.

La cuestión es que hasta aquí he relatado, a muy grandes trazos, la historia de Elza, Baba, mi abuela. Que también es un pedazo de mi propia historia y me encanta que Baba me la cuente de a pedacitos y sin ningún dramatismo, aunque lo tenga.

Hoy Baba esta ahorrando dinero para ir a Europa, quiere hacerlo con mi madre y yo deseo de todo corazón que lo haga.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

qué linda historia!!!
y siendo mi abuela hija de rusos que sufrieron tragedias semejantes entiendo esa sensación de sacarle todo dramatismo a la historia (de parte de ellos), resignación será calculo.
Lo bueno es que tenga el espíritu de comentarte esas cosas y que la veas bien... en el caso de mi abuela todo eso la marcó y ella marcó a sus propios hijos... sin quererlo o ser plenamente consciente de ello...
quiero más!!
saludos.

Anónimo dijo...

la verdad q muy linda historia...soy de zapala prov del neuquen y muchos inmigrantes de esa epoca vinieron a esta ciudad y es el dia de hoy y todavia estan y encantados de vivir aqui, porq es una hermosa ciudad que ha sabido recibir muy bien a todos los inmigrantes y no solo a ellos, sino tambien a muchas otras personas del resto del pais. hoy tengo el orgullo de decir de q gracias a dios tenemos una hermosa ciudad, muy comoda y todavia podemos decir q muy tranquila...

Daniela Lucena y Gisela Laboureau dijo...

es muy conmovedora la historia de Baba... y lo demas que contas con sus matices: cosas lindas, alegres, nuevas, y otras no tanto. felicitaciones por los cambios, un beso.

Ni buena ni mala... dijo...

Anonimo: No he querido ofender con la descripción hecha de Zapala.
La desazón se provoca al contrastar un país como Yugoslavia o Austria, en donde predominan los bosques, lagos y ríos y el desierto zapalence. Lo mismo ocurre con la zona cordillerana de la provincia. Celebro que disfrute su vida en Zapala.

Ana: Gracias por la visita y los comentarios.

MorkeliK:Bienvenida, que tal el viajecito.

Anónimo dijo...

Hola! Muy buena historia. Perdón que me meta, pero no pensaste nunca en grabar (filmar o solo audio) a tu abuela contando su historia? Sería muy bueno. Es un pedacito de la historia del mundo. Hasta estaría bueno poder saber de su viaje por Europa si vuelve.
El otro día la abuela de un amigo me contaba que el día que le dieron la ciudadanía argentina fue el más feliz de su vida. Ella había rajado de Alemania, donde le habían quitado la ciudadanía y entonces era apátrida. Pero su historia no está tan llena de aconcecimientos como la de tu abuela. Haceme caso y filmala, que necesitamos un archivo popular de la historia del siglo XX y XXI!

Ni buena ni mala... dijo...

Alejandro: Gracias por la sugerencia. Pero” aunque una imagen vale por mil palabras” me parece que es una historia para letra de molde que no se si algún día escribiré. Por el momento haré entregas esporádicas de algunas de las anécdotas acompañada con alguna que otra foto.

Anónimo dijo...

Y yo que tenía tantas ganas de escuchar el acento del helada agua, anónima y (sobre todo) del puta madre...
Espero ansioso las entregas...

Anónimo dijo...

SENCILLAMENTE, BABA JAMÁS DEJARÁ DE EMOCIONARME.